Las demandas de los usuarios en el sector tecnológico cada vez son más exigentes, buscando la mayor cantidad de especificaciones a la hora de decantarse por el dispositivo electrónico que van a adquirir. Estas compras por norma general se realizan para sustituir otros aparatos electrónicos que se han quedado obsoletos, han llegado al final de su vida útil, o con el progreso tecnológico se han quedado sin ser funcionales para su dueño. Con lo que se debe proceder a desecharlos en la mayoría de los casos conformando la denominada basura electrónica o e-waste.
Un panorama medioambiental en entredicho por el e-waste
Debido a esta práctica generalizada a nivel mundial, los niveles de estos residuos no paran de subir año tras año. Un reciente estudio de Betway casino online pone de manifiesto esta tesitura, y como puede ir evolucionando en un futuro cercano. Partiendo de la base del 2017, últimos datos hechos públicos sobre esta problemática, se puede observar que fueron la friolera de 44,7 millones de toneladas de e-waste las que se desecharon, haciéndolo la gran mayoría de forma errónea. Solo un 20% de todos estos residuos se llevaron a una planta de reciclaje para su posterior tratamiento, intentando minimizar su impacto negativo en el medio ambiente. El resto de basura electrónica se eliminó de manera errónea, tirándola directamente a la naturaleza o a un contenedor genérico, con el riesgo que eso conlleva no solo para el ecosistema, sino también para la salubridad humana.
Pero no todos los países generaron toneladas de este material de igual manera. Los productores tecnológicos, entre los que destacan China y Estados Unidos, contribuyeron de una forma más severa a aumentar este problema, con 7,2 y 6,3 millones de toneladas de e-waste respectivamente. Con el porcentaje de reciclado antes mencionado, todas las naciones, pero en especial estos gigantes, deben tomar medidas drásticas para luchar con esta lacra que no tiene miras de disminuir, sino todo lo contrario. Se estima que, a mediados de siglo, se haya triplicado la cantidad de tecnología desechada, con lo que eso conlleva para el medio ambiente sino se adoptan las medidas precisas para su tratamiento.