El mundo laboral ha cambiado más que notablemente en los últimos años. La conectividad y el desarrollo tecnológico, unido a las consecuencias derivadas de la reciente situación sanitaria global, han dado un vuelco a la manera que tenemos de relacionarnos en el entorno laboral y también a las formas de trabajar.
Este nuevo contexto viene marcado, entre otras cosas, por las necesidades de digitalización. Cada vez más acuciantes en multitud de sectores. Esto, unido a otras tendencias hacia las que llevábamos décadas avanzando. Tal es el caso de la globalización y sus consecuencias (competencia global, acceso a talento internacional, amplitud de mercados, etc.). Esto deriva en un nuevo paradigma en materia de empleo que poco tiene que ver con la situación en la que nos encontrábamos hace tan solo unos lustros.
Son muchos los jóvenes que han sido formados atendiendo a criterios que ahora se demuestran anticuados o caducos. Su desorientación es lógica. Pero, en la medida de lo posible, vamos a intentar ponerle remedio. En un mundo laboral tan dinámico, remoto, culturalmente diverso y multidisciplinar, ¿qué habilidades necesitarán los trabajadores del futuro para ser más competitivos? ¿Para ser atractivos para los empleadores? ¿Y para adaptarse a los contextos laborales venideros?
¿Cómo lograrán las próximas generaciones ser competitivas laboralmente?
En primer lugar, deberán buscar una formación acorde con las realidades actuales y futuras. Una educación que les permita adquirir las capacidades necesarias para operar en el entorno laboral de hoy y de mañana. El sistema educativo actual está, en muchos sentidos, obsoleto. Es por ello por lo que debemos reinventar la educación, buscando que sea más dinámica, realista, práctica, colaborativa, abierta y moderna.
Esto nos ayudará a conseguir una cimentación sólida sobre la que edificar una resiliencia que nos permita adaptarnos a un entorno cada vez más dinámico, flexible e interconectado. Recordemos que muchos de los empleos que más demandados están en la actualidad pertenecen a sectores que hace tan solo unas décadas, o bien eran residuales cuando se definieron por primera vez, o bien ni siquiera existían. Esto pone de manifiesto la importancia de esa resiliencia, esa apertura y esa capacidad de adaptación si queremos mantenernos al día y bien posicionados.
Si bien es cierto que, como indica un reciente estudio publicado por ExpressVPN, las nuevas generaciones se están desarrollando en un entorno ampliamente conectado y muy vinculado a las redes sociales, también se trata de un entorno muy voluble. Así, las plataformas actuales pueden estar obsoletas en un corto periodo de tiempo.
Por otro lado, el trabajo remoto y la tendencia hacia la gestión horizontal —realidades cada vez más generalizadas ambas y que tienen vistas de seguir desarrollándose y expandiéndose— hacen necesario desarrollar nuevas capacidades de organización y autogestión de tareas y de tiempo.
En este sentido, será clave estar al día en lo que a utilización de herramientas digitales que nos ayuden a desempeñar nuestras tareas y comunicarnos con nuestros equipos se refiere. La tecnología y sus herramientas (software, aplicaciones, IoT, inteligencia artificial, etc.) están llamadas a ser grandes aliadas para los trabajadores y las empresas. Los que sepan utilizarlas en su beneficio contarán con una ventaja competitiva importante con respecto a la competencia y al resto de candidatos a un puesto de trabajo.
Otra de las consecuencias de la globalización y del dinamismo del mercado laboral es que los trabajadores no se mantienen mucho tiempo en un mismo puesto de trabajo, lo que significa que los equipos van cambiando y son cada vez más multiculturales. En este contexto, la interdisciplinariedad (es decir la capacidad de un trabajador de realizar diferentes tipos de tareas), la inteligencia cultural y las habilidades interpersonales se harán muy importantes especialmente para puestos en los que sea necesaria la capacidad de liderazgo, sobre todo teniendo en cuenta que la economía colaborativa es cada vez más protagonista.
Estas son algunas de las cuestiones que tendrán que tener en cuenta las generaciones futuras para ser más competitivas en el trabajo y más atractivas para los empleadores. Solo los que, gracias al desarrollo de estas y otras capacidades, consigan adaptarse al nuevo contexto laboral y superar los retos venideros tendrán el futuro asegurado.