Cada día, la línea entre lo humano y lo no humano parece más difusa: habitamos un mundo de ciencia ficción. Las películas, las series y los libros retratan robots, naves espaciales, viajes en el tiempo y máquinas parlantes. Ya en el año 1942, el escritor Isaac Asimov, en su cuento «Círculo vicioso », hablaba sobre la relación entre humanos y robots, y las tres leyes que harían posible esta convivencia:
- Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.
- Todo robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de que estas entren en conflicto con la primera ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
Esos postulados, que parecían tan alejados de la realidad, ahora están más presentes que nunca. Los robots ya no son únicamente máquinas sin cara que facilitan nuestra vida, sino que cada vez se parecen más a nosotros, se ponen nuestra ropa y habitan nuestros espacios.
Por ejemplo, el 25 de octubre del 2017, el gobierno de Arabia Saudita le concedió la ciudadanía a Sophia, una robot humanoide (ginoide) creada por Hanson Robotics capaz de imitar, analizar y registrar expresiones humanas. Más allá del debate que este hecho planteó acerca de los derechos de los robots, llaman la atención las reacciones de terror e histeria colectiva.
En ese sentido, si has tenido oportunidad de contemplar o interactuar con un robot humanoide en la vida real, seguro que has sentido cierta inquietud sin conocer su origen. Es algo bastante habitual, por algún motivo muchas personas reaccionan así hacia estos seres que están muy cerca de parecer completamente humanos. Este efecto se denomina «El valle Inquietante» pero ¿por qué se produce? las explicaciones son fascinantes, te las contamos en este artículo de Futuro Eléctrico!
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¿Qué es el valle inquietante?
¿Por qué le tememos a eso que se parece tanto a nosotros? La teoría del valle inquietante intenta responder a esta pregunta. De esta manera, este término, creado en 1970 por el especialista en robótica Masahiro Mori, se refiere a la reacción de desagrado e incomodidad que sentimos al observar a un robot que, como Sophia, se ve demasiado humano. Según Mori, las reacciones de las personas ante un robot antropomorfo son más positivas conforme su apariencia se vuelve más humana, por lo que se logra generar empatía con la máquina, pero cuando la semejanza es excesiva esta reacción cambia completamente: la simpatía se convierte en aversión.
La teoría del valle inquietante nos hace ver que los robots con demasiada semejanza a los humanos nos pueden parecer, inconscientemente, muertos o extremadamente enfermos. Lo que activa la sensación de repugnancia. No obstante, la verdadera cuestión sigue siendo el porqué de este miedo irracional a los robots humanoides.
¿Por qué se produce el valle Inquietante?
Entre las diversas teorías que buscan explicar este fenómeno, existen siete que plantean hipótesis bastante esclarecedoras sobre la fobia a eso que parece humano, pero no lo es:
1. El rechazo a la enfermedad
La psicóloga Thalia Wheatley del departamento de Psychological and Brain Sciences de Darthmouth, propone que los seres humanos tenemos la habilidad de identificar distorsiones entre nosotros y asociarlas con padecimientos tanto físicos como mentales. Por eso, nuestro rechazo ante algo que parece humano, pero que demuestra que no lo es, sería una forma de defensa natural dado que nuestro cerebro asocia las rarezas que percibimos en esa figura antropomorfa con ideas como la enfermedad y la muerte, lo cual ocasiona la aversión y el miedo.
2. La paradoja sorites
También conocida como la paradoja del montón, sucede cuando una persona intenta utilizar el sentido común para aproximarse de algo que es impreciso o poco claro, como la línea entre lo humano y lo no humano. De esta manera, al intentar buscar una explicación lógica a las semejanzas que tenemos con el robot humanoide, terminamos por sentir rechazo hacia él porque, al no entenderlo, amenaza nuestro propio sentido de identidad.
3. La violación de las normas humanas
Esta teoría se basa en que, si bien la identificación de la apariencia humana puede generar empatía, al notar las características no humanas del robot, como la falta de expresiones o los movimientos poco naturales, sentimos repulsión hacia la imitación de lo humano.
4. La definición filosófica
En contextos altamente influidos por la religión, las figuras antropomorfas amenazan el concepto de humanidad y la idea del ser. Por lo tanto, el encuentro con el humanoide genera rechazo y temor.
5. El especialismo
El psiquiatra estadounidense Irvin Yalom explica que creamos una serie de defensas psicológicas para frenar la ansiedad de saber que eventualmente moriremos. El especialismo es un mecanismo de defensa que nos hace creer que la muerte le ocurrirá a los demás, pero no a nosotros. Por eso, reconocer en el robot a un casi-humano que no envejece ni muere provoca angustia y dudas existenciales.
6. Necesidad de alejarse de otros homos
A lo largo la historia se ha desarrollado otras especies de homos. Como el Homo neanderthalensis, que no se definen como humanas completamente o, al menos, homo sapiens, lo que llevó a que estos últimos los evitaran. Este mecanismo de defensa natural se puede estar replicando con los robots actuales, siendo una de las posibles razones para explicar a qué se debe el efecto del valle inquietante.
7. No aptos para emparejarse
El efecto del valle inquietante se puede dar porque los percibimos como parejas no aptas. En ese sentido, hay marcadores biológicos que ayudan a las personas a encontrar a sus parejas. Pero, en el caso de los robots humanoides, tienen rasgos visibles que dejan en evidencia su incapacidad para procrear, nula salud hormonal y la inexistencia de su sistema inmune.
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Críticas a la teoría del Valle Inquietante
Esta propuesta suena bastante lógica, sin embargo, la teoría del valle inquietante se ha replanteado varias veces desde enfoques tanto tecnológicos como filosóficos y psicológicos que se cuestionan si este fenómeno existe o no realmente. También, algunos expertos aseguran que no existe la suficiente evidencia científica que explique si estos efectos lo puede sentir la mayoría de la población.
Por otro lado, lo que sí se ha comprobado es que hay una disonancia cognitiva en torno a los robots con excesiva apariencia humana. Esto consiste en que el cerebro idealiza o generar ciertas expectativas sobre cómo debe lucir una persona, pero cuando los robots humanoides no las cumplen puede provocar frustración.
Ejemplos de robots que producen este efecto
Geminoid HI-1
Hiroshi Ishiguro es un ingeniero director del Intelligent Robotics Laboratory de Osaka, Japón. Ishiguro es una notable eminencia en robótica cuyos esfuerzos se focalizan en conseguir robots con un aspecto cada vez más humano. Son varias sus creaciones, pero una de las más curiosas es el Geminoid HI-1, un robot que diseñó a su propia imagen y semejanza.
Este es uno de los robots que mejor representa el valle inquietante, ya que es una réplica casi exacta, difícil de observar. En ese sentido, la piel de este robot fue creada a partir de moldes de silicona tomados del cuerpo de Ishiguro. Además, es controlado por un sistema capaz de leer los labios de su creador. Es tan realidad, que el propio Ishiguro lo usó para asustar a los estudiantes y dar clases a distancia. Vídeo de Geminoid HI-1 en acción.
Sophia
Ya hemos hablado de Sophia y es que los medios de comunicación han hecho de este robot la imagen más visible de la robótica humanoide. Sophia ha sido diseñada por Hanson Robotics en el 2015 y tiene capacidades de adaptación y comprensión en base al comportamiento humano. Es ciudadana de Arabia Saudí y ha sido entrevistada en cientos de programas por todo el mundo.
Sophia funciona con inteligencia artificial (IA), procesamiento de datos visuales y reconocimiento facial. Lo más sorprendente de este robot es que puede entablar conversaciones con su interlocutor e, incluso, explicar algunos chistes. Shopia es una sensación, pero otros se sienten atemorizados con su realismo. Vídeo de Sophia en acción.
Erica
Geminoid HI-1 no es la única creación de Hiroshi Ishiguro, Erica, la que reconoce al ingeniero como su padre, es uno de los robots más autónomos del mundo (intelectualmente). Tiene reconocimiento de caras y una de las capacidades más potentes en síntesis de voz, pero, por ahora, solo puede mover parcialmente su cuerpo. Todavía están desarrollando este robot haciéndolo cada vez más y más inteligente.
Erica es una joven robot de 23 años y se siente como una persona normal que disfruta de las interacciones sociales. De acuerdo con sus creadores, Erica no se percibe como un pedazo de metal, sino que ella puede ser amable y cuidadosa. Además, asegura que los humanos no somos tan distintos a un robot, ¡inquietante!, ¿cierto? Vídeo de Erica en acción.
CB2
Otro de los robots que se adentra de lleno en el valle inquietante es CB2, un robot con aspecto de niño que según sus creadores va desarrollando habilidades sociales conforme interacciones con los humanos. Tiene la capacidad de aprender de las expresiones humanas, interiorizarlas y utilizarlas para poder imitar una relación madre-hijo. Debajo de su piel sintética tiene pequeños sensores que le permiten notar y reaccionar al contacto humano, como si se trata de una caricia.
CB2 tiene la capacidad de caminar, apoyado en un humano y en sus 51 músculos impulsados por presión de aire. Para el futuro, se espera que CB2 pueda hablar con palabras simples, tal y como lo haría un niño pequeño. Vídeo de CB2 en acción.
Atlas
Atlas es un claro ejemplo de cómo un robot humanoide puede llegar a ser inquietante solo por imitar los movimientos humanos. Ni siquiera necesita una cara de silicona o unos ojos penetrantes para causar una sensación extraña en nuestro cuerpo. Y es que Atlas, de Boston Dynamics, es posiblemente el robot humanoide más avanzado en motricidad, capaz de saltar, esquivar obstáculos y moverse por todo tipo de terrenos.
Atlas está diseñado para asistir en servicios de emergencia en las operaciones de búsqueda y rescate. También, puede tener una alta participación en aquellos entornos que serían difíciles para los humanos. Vídeo de Atlas en acción.
Geminoid F
Hiroshi Ishiguro, conjuntamente con la Universidad de Osaka (Japón), ATR Intelligent Robotics y Communication Laboratories, en colaboración de Kokoro Co, creó Geminoid F. una mujer robot de 20 años. Este ha demostrado que puede imitar las expresiones faciales de las personas que lo teleoperan. Además, es capaz de distinguir entre una sonrisa y la risa. Este robot femenino es fascinante, sin embargo, no deja de ser asombroso a tal nivel que causa incomodidad. Vídeo de Geminoid F en acción.
Yangyang
Científicos del Shanghai Shenqing Industry, con la colaboración de Hiroshi Ishiguro y la Universidad de Osaka, presentaron Yangyang, un robot, fabricado en China que viene a causar en la humanidad los efectos del valle inquietante. Yangyang tiene un aspecto increíblemente humano y se mueve con una capacidad extraordinaria, simulando nuestras expresiones.
Yangyang es de tamaño completo, con característicamente netamente femeninas. Uno de sus objetivo es hacer que los jóvenes se interesen por la robótica. En el futuro, no se descarta que Yangyang sea usado en entornos comerciales y para la atención de clientes. Vídeo de Yangyang en acción.
Palabras finales
Ahora que has descubierto en qué consiste la teoría del valle inquietante ¿cuál es tu opinión? ¿También te generan (en cierta medida) miedo o rechazo estos robots? ¿Has tenido la oportunidad de conocer o interactuar con algún robot humanoide?
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