Neuralink es una compañía enfocada en el desarrollo interfaces cerebro-máquina creada por Elon Musk. La empresa busca desarrollar una interfaz que permita el control mental de un sinnúmero de tareas. Y, aunque su objetivo parece completamente fuera de nuestra realidad, recientemente anunció que ha logrado grandes avances.

La compañía de Musk publicó un video donde se puede ver a un macaco de nueve años jugar al Pong con la mente sin necesidad de ningún control. El macaco, cuyo nombre es Pager, tiene implantado en su cerebro chips de Neuralink inalámbricos dotados de electrodos. Estos chips pueden captar las señales del cerebro y traducirlas a movimientos, sin que se ponga en marcha el sistema locomotor.

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Un mono jugando al MindPong

Mono Neuralink

Pager aprendió a jugar al Pong después de que se le instaló la interfaz de Neuralink. El dispositivo cuenta con 1 024 electrodos y monitorea los picos en los impulsos eléctricos generados por las neuronas del animal.

Desde la compañía describen que:

Hemos implantado el N1 Link en las áreas de la mano y el brazo de la corteza motora, la parte del cerebro que participa en la planificación y ejecución de los movimientos. Colocamos Links bilateralmente: uno en la corteza motora izquierda (que controla los movimientos del lado derecho del cuerpo); y otro en la corteza motora derecha (que controla el lado izquierdo del cuerpo).

Durante seis semanas se le enseñó a Pager a utilizar el juego con un joystick. Para ello, se le daba como recompensa un batido de plátano. En la medida que Pager aprendía a manejar el juego, el chip registraba sus constantes cerebrales comparándolos con los movimientos de sus manos. De esta forma, aprendió a conocer las órdenes que el cerebro mandaba a los músculos.

En consecuencia, el dispositivo identificó los patrones de actividad neural para luego decodificarlos y convertirlos en comandos. Creó una imagen detallada de los patrones de actividad asociados al movimiento del joystick. Y, poco después, la interfaz aprendió a predecir la dirección y velocidad de los movimientos de Pager.

Tras registrarse estas señales, Pager se enfrentó al juego sin joystick, solo con el batido de plátano. En este escenario, Neuralink continuó rastreando la actividad neuronal del mono para transmitir la información inalámbrica a un sistema de decodificación que reprodujo los movimientos en la pantalla. Así, Pager pudo jugar Pong solo con su mente.

El N1 Link

Desde Neuralink aseguran que llevan décadas de investigación para lograr lo que se evidencia en el vídeo. Recuerdan que su misión es «construir un sistema de interfaz neuronal directa (BMI, por sus siglas en inglés) clínico seguro y eficaz que sea inalámbrico y completamente implantable, que los usuarios puedan operar por sí mismos y llevarlos a cualquier lugar que vayan».

Las aplicaciones del proyecto permitirían que una persona con parálisis pueda recuperar el control de sus extremidades. Elon Musk también aseguró que «el primer producto Neuralink permitirá que alguien con parálisis use un smartphone con la mente más rápido que alguien que usa los pulgares».

La tecnología podría beneficiar a las personas que usan prótesis para controlar una mano o pierna artificial al cerebro. Luego, planean ayudar a mejorar la vida de personas con trastornos neurológicos u otras discapacidades. Además, podría, en un futuro lejano, ayudar a controlar ordenadores con la mente.

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Algunas reacciones

Mono Neuralink

No es tecnología nueva

Aunque el experimento generó gran sensación entre el público, en la comunidad científica no son pocos los que han aclarado que este experimento no es tan revolucionario como parece. La tecnología se ha estado trabajando durante dos décadas. De hecho, en 2002 tuvo lugar la primera de estas demostraciones, cuando los científicos lograron que un mono moviera un cursor en una pantalla de un computador. Para ello, decodificaron la actividad de algunas docenas de neuronas en la corteza motora. El proceso es muy similar al observado en el vídeo.

En la misma línea, Andrew Schwartz, profesor de neurobiología de la Universidad de Pittsburgh, recordó que él ha trabajado con la misma tecnología desde 2008. En esa época, él y su equipo trabajaron con monos con un cerebro más pequeño. El equipo logró que los monos se alimentaran con fruta moviendo un brazo robótico con el pensamiento. Schwartz declaró:

Deberían poder demostrar un control mucho mejor que el que mostraron aquí con 2000 neuronas grabando simultáneamente. (…) Técnicamente, desde el punto de vista de la ingeniería, el equipo de grabación y la transmisión de datos parece ser muy bueno y eso puede ser un avance, pero en términos del rendimiento y el uso real del control cerebral, es muy rudimentario.

De hecho, él y su equipo han logrado mostrar avances en personas. Específicamente en personas con parálisis han logrado que muevan un brazo o mano robótica con la mente para alimentarse. Sin embargo, Schwartz reconoce que la tecnología de Neuralink es más avanzada. Afirma que la tecnología está completamente implantada y que «aparentemente están grabando desde muchos más electrodos de los que hemos podido grabar de forma crónica. Tecnológicamente, es buena».

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Otras posturas

Por su parte, Anna Wexler, profesor de ética médica y políticas de salud en la Universidad de Pensilvania, escribió una declaración pública en la que también destacó los avances técnicos del dispositivo. En particular, sus capacidades inalámbricas y el número de electrodos. Sin embargo, destacó: «La neurociencia está lejos de comprender cómo funciona la mente, y mucho menos tener la capacidad de decodificarla». Por lo tanto, puso en duda que veamos en un futuro cercano un dispositivo confiable y preciso para leer la mente.

Wexler también manifestó su preocupación respecto al comportamiento de Elon Musk frente a los avances de Neuralink. Para los científicos resulta claro que los chips implantables para ayudar a personas con discapacidades podrían ver la luz. No obstante, no estamos cerca de lograrlo; aunque el CEO de la compañía lo anuncie a menudo.

«Lo que me preocupa a corto plazo son las afirmaciones potencialmente falsas», dijo Wexler. «Los empleados de Neuralink son científicos e ingenieros que trabajan en el desarrollo de lo que parece ser un dispositivo legítimo para fines médicos. Sin embargo, al cofundador de la compañía le gusta hacer afirmaciones grandiosas y grandilocuentes sobre el potencial de esa misma tecnología para curar todas las enfermedades y permitir que los humanos se fusionen con la IA».

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Uso en humanos

Asimismo, hay constantes preocupaciones éticas frente al uso de un dispositivo capaz de leer la mente. Por un lado, para Ralp Adolph, neurocientífico, el uso del Neuralink como terapia sería una de sus primeras aplicaciones. En este campo hay pocas objeciones al respecto. Sin embargo, ¿qué pasará luego?

La aplicación inicial principal será para personas enfermas y, por razones clínicas, está justificado implantar un chip de este tipo en su cerebro (…). No sería ético hacerlo ahora mismo en una persona sana.

La psicóloga cognitiva Susan Scheneider compartió una posición similar con Observer: «Si bien estoy entusiasmada con las aplicaciones terapéuticas de los chips cerebrales para aquellos con problemas de movimiento y memoria, me preocupa el uso generalizado de chips cerebrales en el futuro». Además, agregó:

Sin las regulaciones adecuadas, sus pensamientos más íntimos y sus datos biométricos podrían venderse al mejor postor.

Uso en animales

No solo algunos miembros de la comunidad científica se muestran preocupados, sino también de otros sectores. Por ejemplo, el grupo ambiental PETA se manifestó en contra de los experimentos de tecnologías invasivas con animales:

En los experimentos de neurociencia, los monos se mantienen constantemente sedientos o hambrientos para obligarlos a cooperar y mirar una pantalla durante horas (…). Se han realizado experimentos similares a los de Neuralink muchas veces antes, siempre a expensas de animales cuyas vidas han sido robadas y no ha resultado nada.

De esta forma, Neuralink nos plantea un dilema: la posibilidad de ayudar a personas que lo necesitan frente a los peligros éticos que los usos no médicos suponen. A pesar de ello, los avances de la compañía generan sensación y nos hacen preguntarnos el verdadero potencial del dispositivo. ¿Será posible que, por fin, nos ayude a comprender el cerebro humano?