Es bien sabido que el cuerpo humano está adaptado para vivir en la Tierra, por eso es importante conocer los efectos del viaje espacial en el cuerpo humano, especialmente en un contexto donde el turismo espacial está a la vuelta de la esquina. Personas sin entrenamiento especial ya han podido visitar el espacio exterior, un ejemplo de ello es la misión Inspiration4 de SpaceX. Además, se está preparando un viaje donde se intentará la primera caminata espacial privada, que estará a cargo de civiles.
Sin embargo, la gran interrogante es cómo afecta el espacio al cuerpo. Para responder esa pregunta distintos científicos han llevado adelante estudios que permiten conocer algunas de las consecuencias de viajar al espacio, muchas son temporales, mientras que otras podrían ser graves y permanentes en el tiempo. También, SpaceX con las misiones Polaris Dawn I, II y III espera conocer más acerca de cómo el espacio afecta a las personas.
Actualmente, sabemos que antes de un viaje al espacio es necesario que los astronautas realicen ejercicios específicos, utilicen trajes especiales y tengan un dieta adecuada que facilite la suplementación de la enzima Q10 para evitar el daño oxidativo. Pero ¿es esto suficiente cuando en las naves estarán personas a bordo sin conocimientos científicos o de la astronáutica?, ¿o acaso los astronautas se enfrentan a riesgos que aún desconocemos?
En la medida que conozcamos con mayor certeza las consecuencias de viajar al espacio se podrán desarrollar nuevos fármacos y maneras de contrarrestar los efectos negativos. ¿Te interesa este tema? Sigue leyendo este artículo de Futuro Eléctrico, donde detallaremos 12 efectos del viaje espacial en el cuerpo humano.
Tabla de contenidos
Cómo afecta el espacio al cuerpo humano
1. Aumento del ADN mitocondrial flotante
Las mitocondrias tienen una función indispensable en el cuerpo humano, ya que son las encargadas de aportar la energía necesaria para el funcionamiento del mismo, además de que se involucran en distintos procesos. También están cargadas de su propio ADN, un funcionamiento anómalo de estas mitocondrias podría desencadenar el padecimiento de enfermedades como diabetes, artritis reumatoide o insuficiencia cardíaca.
Ahora bien, tras analizar la sangre de 14 astronautas que realizaron misiones en la Estación Espacial Internacional entre 1998 y 2001, los investigadores de la Facultad de Medicina Icahn en Mount Sinai, hallaron que su ADN mitocondrial flotante estaba aumentando drásticamente. Los niveles estaban 355 veces más alto, en comparación a cómo los tenían antes de partir de la Tierra.
De momento, no se sabe con exactitud cómo este cambio tan evidente podría afectar la salud de los astronautas, más allá del estrés oxidativo e inflamación en los huesos y articulaciones. Por ello se mantienen realizando investigaciones y esperan monitorizar mucho mejor a todos los que viajan al espacio para tener una conclusión final.
Por su parte, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), junto a otras instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Agencia Espacial Europea (ESA), en un estudio publicado en CellPress, también alertó sobre este cambio mitocondrial.
En ese sentido, luego de experimentos en ratones y 59 astronautas concluyeron que tanto en las células de ratones como en las de los astronautas las mitocondrias presentaban alteraciones en su función principal, sufrían daños en su ADN y, en definitiva, había una indiscutible disfunción mitocondrial, que podría afectar tejidos y órganos.
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2. Problemas visuales
La NASA ha reconocido que el desplazamiento a la cabeza de los líquidos corporales aumenta la presión en los ojos, lo que trae problemas visuales momentáneos. Sin embargo, también se han presentado casos donde los astronautas empiezan a padecer miopía, una vez que regresan de su viaje al espacio.
Al respecto, Jeffrey A. Jones, profesor en la Escuela de Medicina de Baylor (EEUU), sostuvo:
Los vuelos espaciales afectan a la mayoría de los sistemas del cuerpo, pero el que más preocupa es la retina ocular y el nervio óptico, posiblemente asociados con un aumento de la presión intracraneal.
3. Efectos neurológicos
El cambio gravitacional puede desencadenar otro de los efectos del viaje espacial en el cuerpo humano. Esto se debe a que la distribución de los líquidos corporales y el grado de distensión de las venas craneales se alteran. Estas presiones en los senos venosos provocan una obstrucción de la resorción del líquido cerebroespinal a través de las vellosidades aracnoideas, elevando la presión de este líquido.
Estos efectos neurológicos se traducen en consecuencias como afectación de la coordinación entre la postura del cuerpo y el movimiento, también puede impedir las condiciones mecánicas y la capacidad para adaptarse al nuevo ambiente. Asimismo, se da una pérdida de la congruencia usual observada entre las señales visuales, vestibulares y propioceptiva.
No obstante, la consecuencia más severa es el riesgo a desarrollar la Enfermedad del Movimiento en el Espacio (EME). Se trata de un problema que dura entre 1 y 7 días, se presenta en las primeras dos horas posteriores al cambio gravitacional. El EME puede afectar el desempeño cognitivo y de los neurotransmisores cerebrales en los astronautas y viajeros al espacio.
4. Disminución de la masa cardíaca
Un viaje al espacio puede provocar alteraciones cardiovasculares. De este modo, la redistribución de fluidos hacia el territorio encefálico, que condiciona la sobrecarga cardiaca, y el incremento de la presión intravascular es una de las consecuencias de viajar al espacio exterior más severos.
En ese sentido, la distensión cardiaca se produce durante los primeros dos días de vuelo espacial. También existe un incremento de las presiones en las cavidades cardiacas, pero se ha comprobado que el sistema circulatorio compensa esta situación gracias a la dilución del plasma. Por otro lado, durante todo el vuelo se registran diferentes grados de arritmias cardiacas, pero, afortunadamente, no son perjudiciales para la salud.
5. Efectos psicológicos del vuelo espacial
Hay poca información con respecto a los efectos del viaje espacial en la mente. Sin embargo, se sabe que la cantidad y calidad del sueño es bastante baja, debido a que constantemente se están enviando erróneas señales al cerebro.
La nula luz variable, ciclos oscuros e iluminación escasa pueden llegar a disminuir la productividad y a que los viajeros en el espacio experimenten cambios de humor. A pesar de que los astronautas ingieren fármacos para conciliar el sueño, se ha comprobado que obtienen hasta dos horas menos de sueño en comparación con cada noche en la Tierra.
Además, los viajes al espacio exterior pueden resultar en ansiedad, insomnio y depresión. No obstante, esta información no está comprobada científicamente y hasta se ha llegado a pensar que la tripulación espacial es bastante resistente a las tensiones psicológicas.
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6. Afectación del sistema inmune
Desde las misiones comprendidas de 1960 a 1970 se ha hablado de que el viaje al espacio puede cambiar significativamente el sistema inmune. De esta manera, se ha comprobado transformaciones en la actividad y función de los linfocitos citotóxicos. Estas células juegan un rol esencial en los mecanismos antiinflamatorios, vigilancia de tumoraciones y la regulación de desórdenes autoinmunes. Pero durante los vuelos espaciales tienen un comportamiento errante que debilita el sistema humano.
Adicionalmente, en el estudio Immune suppression of human lymphoid tissues and cells rotating suspension culture and onboard the International Space Station, In vitro Cell, se evidencia que los astronautas luego del despegue experimentan distribución alterada de la circulación leucocitaria. También se ha demostrado producción anómala de citocinas y disminución en la actividad de los linfocitos natural killer. Esto, junto al incremento de los niveles de glucocorticoides y catecolaminas en la circulación, puede explicar por qué el sistema inmune se debilita.
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7. Disminución de la densidad ósea
Los viajes espaciales pueden generar la disminución de la densidad ósea. También, de acuerdo a la NASA, los viajeros al espacio pueden experimentar intensos dolores lumbares. La explicación que dan es que los astronautas se tienen que enfrentar a la prolongación de su columna vertebral en hasta 5 centímetros.
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Para poner en contexto, en la Tierra, una persona anciana puede llegar a perder 1,5 % de la masa corporal por año. Pero, en el espacio, la pérdida oscila entre 1 % y 1,5 % de masa corporal al mes. Por si fuera poco, existe la posibilidad de perder masa muscular, en un vuelo de 11 días, los músculos pueden debilitarse hasta un 20 %.
8. Alteración del gusto
Cuando una persona se halla en el espacio exterior podría experimentar una ligera alteración en sus papilas gustativas. No todos los casos se manifiestan de la misma manera. Es decir, algunos reportan que la comida empieza a saber insípida y diferente, otros aseguran que comen alimentos que no son de su agrado en la Tierra o, por el contrario, algunos astronautas han llegado a decir que no sienten ningún cambio en el sabor.
9. Síndrome de adaptación espacial (SAS)
Los síntomas de este síndrome son náuseas, vómito, vértigo y dolor de cabeza. Aparece durante los primeros días del vuelo espacial. Y, se estima que al menos la mitad de los astronautas lo experimentan, lo positivo es que sus efectos no se prolongan más allá de las 72 horas. Se suele evitar con una dosis de midodrina y parches anti náuseas.
El primer caso del Síndrome de adaptación espacial se dio con el cosmonauta Gherman Titov en 1961. Y hasta ahora el senador americano Jake Garn, quien enfermó durante la misión STS-51-D, vivió el SAS más intenso, según los reportes. Por ello, a menudo se dice jocosamente que la NASA mide el SAS de un astronauta en la escala Garn.
10. Adaptación del cerebro al vuelo espacial
Investigadores europeos y rusos dieron a conocer un nuevo hallazgo acerca de la adaptación que tiene el cerebro en el vuelo espacial. Esto fue publicado en la revista Frontiers in Neural Circuits. Ellos aseguran que este efecto ocurre en aquellos astronautas que han pasado al menos medio año en el espacio. Y es el que el cerebro reconfigura las conexiones entre los centros sensoriomotores para adaptarse a los movimientos en condiciones de ingravidez.
En otras palabras, en las nuevas condiciones, el cerebro parece reconstruirse. Este efecto, de acuerdo a los expertos, persiste hasta seis meses después, luego de que los astronautas regresen a la Tierra. Para llegar a esta conclusión, los participantes se sometieron tres veces a escáneres cerebrales en varias oportunidades.
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11. Exposición a la radiación cósmica
La radiación cósmica puede dejar uno de los mayores efectos del viaje espacial en el cuerpo humano. Se sabe que si el cuerpo se expone a una alta actividad radiactiva puede morir en pocos días o desarrollar alguna enfermedad como el cáncer. Por suerte, la Tierra tiene un campo magnético que funciona como protección para la radiación cósmica. Pero, en el espacio exterior, no existe ninguna protección.
A pesar de que esta radiación no es excesiva, podría causar efectos irreversibles en alguna de las células del cuerpo. Especialmente si la exposición es continua o la misión se extiende por varios meses, que es algo que se contempla en el futuro viaje para explorar Marte. En ese sentido, Charles Limoli, de la Universidad de California (Estados Unidos), asegura que está trabajando en un medicamento que disminuya los efectos de la radiación cósmica. Pero advierte que la exposición a este fenómeno:
No es una noticia positiva para los astronautas desplegados en un viaje de ida y vuelta a Marte de 2 a 3 años.
Por su parte, científicos de la Agencia Espacial Europea aseguran que en Marte puede haber hasta 700 veces la radiación terrestre en condiciones normales. Se habla de que al día, una persona estaría recibiendo aproximadamente 4,6 mSv. Esta radiación proveniente de los rayos cósmicos no solo constituye uno de los efectos del viaje espacial en el cuerpo humano, sino que podría poner en riesgo proyectos para colonizar Marte.
12. Anemia espacial
Desde que iniciaron los vuelos espaciales, los investigadores han notado una constante pérdida de glóbulos rojos entre los astronautas, lo que denominaron como anemia espacial. También se creía que era un fenómeno a corto plazo. No obstante, un nuevo estudio reveló que esto puede tener muchas repercusiones en la salud de los humanos que viajan al espacio.
Según estas nuevas indagaciones, el cuerpo humano destruye aproximadamente un 54 % más de glóbulos rojos de lo que normalmente haría. Sin tantos glóbulos rojos para transportar el hierro por el cuerpo se corre el riesgo de sufrir distintos grados de anemia. Si esto resulta ser cierto, se necesitará ajustar las dietas de los viajeros al espacio para evitar que sufran una descompensación.
¿Por qué la anemia espacial puede ser un inconveniente en la exploración del espacio exterior? El epidemiólogo Guy Trudel de la Universidad de Ottawa, Canadá, lo explica:
Afortunadamente, tener menos glóbulos rojos en el espacio no es un problema cuando tu cuerpo no tiene peso (…) Pero al aterrizar en la Tierra y potencialmente en otros planetas o lunas, la anemia que afecta su energía, resistencia y fuerza puede amenazar los objetivos de la misión. Los efectos de la anemia solo se sienten una vez que aterriza y debe lidiar con la gravedad nuevamente.
Palabras finales
Lo curioso de los efectos del viaje espacial en el cuerpo humano es que deja en evidencia que los estudios en cuanto a la biomedicina van muy lentos, si se comparan con los avances vertiginosos que se han dado en la exploración espacial. Para evitar complicaciones en la salud de los humanos a largo plazo se necesita mayor inversión e incentivo para que los científicos descubran respuestas a las posibles consecuencias, negativas y positivas, en el cuerpo humano al pasar un tiempo en el espacio exterior.
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